Estamos en la Luna
Sin duda alguna una de
las capacidades más grandes del ser humano es tener el privilegio de usar su
imaginación. El hecho de contar con este extraordinario don ha generado una
serie de alcances inimaginables en su momento los cuales gracias a la
persistencia y al duro trabajo se han podido llevar acabo.
El viaje a la Luna
(1902), un film del francés Goerges
Mélies, nos deleita con un toque de creatividad, en el que nos demuestra
que los sueños, las ideas, muchas veces consideradas como cosas absurdas y descabelladas,
pueden convertirse en una realidad.
No podemos pasar por alto al escritor Julio Verne con su obra
De la Tierra a la Luna, novela científica, que al lado de los primeros
acercamientos al arte en movimiento de los hermanos Lumiere, fueron las fuentes
directas de inspiración del director Mélies.
Si tratamos de mirar un poco de cerca este viaje a la Luna,
podremos adentrarnos en la mentalidad y visión de esta época, el siglo XX, el
cual se inicia con dos grandes adelantos tecnológicos que marcaron un cambio enorme
en la historia y en la sociedad, el automóvil (Henry Ford) y el avión (los
hermanos Wright).
Es interesante pensar que un viaje de esta magnitud solo se
le podría atribuir a personas fantasiosas con dones sobrenaturales (magos),
quienes cuentan con la experiencia y conocimiento suficiente sobre astronomía,
además de poder conseguir cosas extraordinarias y que básicamente así es como actualmente
son considerados los científicos.
Creando estrategias para viajar, alienígenas, inventando
ambientes y hasta colocándole cara a la luna. Un llamado a dejar volar nuestras
ideas, a aprovechar de ese ser creador que tenemos dentro y una vez más haciéndonos
ver que nuestra imaginación no tiene límite.
Vivimos en la luna, no lo podemos negar, gastamos ocho horas
de nuestro día simplemente dejando que nuestra mente divague y que nuestra
imaginación nos muestre pistas en lugares y situaciones, muchas veces
disparatadas, pero que nos hacen sentir vivos. Tal vez lo sean, tal vez no,
pero son indicaciones para seguir en ese camino que nosotros mismos elaboramos.
En aquel tiempo pensaron en la Luna y hoy no debemos obviar
que un futuro esos viajes intergalácticos que actualmente vemos en las
películas, se conviertan en las próximas vacaciones.
Y así como James Cash Penny, un hombre de negocios estadounidense
contemporáneo a esa época, una vez dijo: “Muéstrame un obrero con grandes
sueños y en él encontrarás un hombre que puede cambiar la historia. Muéstrame
un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple obrero.”
Andrius La Rotta
Revisada. Buena reseña!
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