Por muchos años, la
historia del séptimo arte le ha contado al mundo que el primer largometraje de
dibujos animados de la historia lo creó Walt Disney,
y por supuesto, al escuchar un nombre tan relevante en dicho medio, todos los
que han escuchado esta afirmación lo dan por cierto. Pero
bastaron algunos recuerdos lejanos de unos pocos hombres que se desenvolvían en
este medio, para rescatar del recuerdo, aunque el mundo en primera instancia lo
dudara, a un italiano nacionalizado en Argentina de nombre Quirino Cristiani,
es a quien se ha logrado colocar en el galardonado lugar que le corresponde
como el verdadero padre de los largometrajes de dibujos animados en la historia
de la humanidad.
Este
visionario del movimiento en la pantalla grande, desde muy joven aprendió a
dibujar y se abrió campo en importantes periódicos y gacetas con sus
caricaturas impregnadas de sátira política, lo cual lo hizo ganar gran
reconocimiento en corto tiempo; de tal manera, que un día Federico Valle le
pidiera un trabajo y al ver las caricaturas ya terminadas, le dijo: “Cristiani, el dibujo está muy bien. Va a tener éxito. Pero el cine es
movimiento, no admite un dibujo fijo. Hay que darle movimiento, hay que mover
eso”.
Esta frase se
convirtió en el reto para un hombre inquieto, que se dedicó a buscar la forma
de transmitir movimiento a sus dibujos, logrando en primera instancia trasmitir
movimiento mediante hilos a sus caricaturas recortadas, para que sus extremidades
tomaran vida. Más adelante, y con el
avance de la técnica, se inclinó por el acetato que permitía mejores
resultados.
Su primer
largometraje: “El apóstol”, fue una sátira política al presidente del momento,
Hipólito Yrigoyen, y tuvo tanto éxito desde su estreno el nueve de noviembre de
1917, que duro casi un año en carteleras.
El siguiente año, realizo “Sin dejar rastros” su segundo largometraje,
que no logró la fama del primero y por cuestiones diplomáticas fue secuestrado
por la policía. En 1923 y 1924 realizó dos filmes del boxeador Luis Angel
Firpo; en 1924 realizó Humberto de Garufa; en 1925 realizó dos cortos sobre
cirugías, en 1931 realizó “Peludópolis”, nuevamente satirizando al presidente
Yrigoyen; y en 1938 estrenó “El mono relojero”, un corto sobre un mono que hace
crítica a la corrupción de la clase política, en el que un mono intente vivir
de la venta de relojes en mal estado.
La pregunta que
nace en este momento es: ¿Si Cristiani dejó todas estas creaciones, porque su
obra se sumió en el olvido?
La respuesta es muy
fácil de encontrar, bastaría una de varias nefastas vueltas del destino que se
turnaron para desaparecer tan importante obra: Primero, “Sin dejar rastro”, fue
confiscada por las autoridades y desaparecida; como si fuera poco, su estudio
sufrió dos incendios, uno en 1957 y otro en 1961, que destruyeron la mayor
parte de su obra; y finalmente, ese aspecto natural de la mala memoria de los
pueblos de América latina, que olvidó al padre de los largometrajes, porque no
podemos creer que el vecino al que hemos visto crecer a nuestro lado pueda ser
creador de algo de importancia, o porque a causa de la envidia, decidimos no
apreciar su grandeza.
La principal de sus
obras que sobrevive aún es “El mono relojero”, sin embargo, algunas hemerotecas
y algunos noticieros de la época probaron sin dejar espacio a la duda que
alguna vez en una región olvidada de América del Sur existieron “El apóstol”,
“Peludópolis” y “Sin dejar Rastros”, además existe un hecho que acaba de
realzar la grandeza de Cristiani y fue que el mismo Walt Disney, cuando viajó a
Argentina quiso conocer su obra, confirmando con este acto a la humanidad que
aún el más grande quiso conocer al visionario que fue capaz de adelantársele.
¿Algún día
estaremos seguros de cual fue realmente el primer largometraje animado y quien
fue su creador?
Autor: Paola Tejada Buitrago
Revisada. Buena reseña.
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